LA MORAL DE KANT
Kant
es un ilustrado de la segunda mitad del siglo XVIII.
Algunos
de sus predecesores intentaron fundar una ciencia de objetos
metaempíricos, que trascienden el espacio y el tiempo. Ciencia del
Ser en sí, del alma, de Dios, de las fuentes ontológicas de la
moral y de la acción: racionalismo dogmático que lleva los nombres
de Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz; de Wolf sobre todo,
discípulo de Leibniz y primer profesor de Kant.
Kant abrevó
en este dogmatismo físico y metafísico. Pero despertó al leer a
Hume y su penetrante crítica del conocimiento de la causalidad.
Esta crítica llevaba al escepticismo y comprometía no
sólola metafísica y sus realidades trascendentales, sino también
la física que pretende conocer necesidades fenomenales. Sólo
subsiste válida la matemática.
Con las luces de la ciencia
física y de la ciencia metafísica, es la moral la que amenazaba con
arruinarse.
Kant resuelve emprender un examen crítico del
valor de nuestra razón.
LAS PREGUNTAS DE KANT
La
cuestión fundamental del valor y de los poderes legítimos de
nuestra razón se ramifica en tres grandes problemas:
1) ¿Qué
puedo saber?;
2) ¿Qué debo hacer?;
3) ¿Qué me está
permitido esperar?.
La primera de estas preguntas es el
objeto de la “Crítica de la razón pura”. Las dos últimas están
tratadas en las obras tituladas "Fundamentación de la
metafísica de las costumbres" y "Crítica de la razón
práctica."
¿QUÉ PUEDO SABER?
Que nuestra
razón pueda conocer está atestiguado por la existencia y el
progreso de las ciencias, en particular la ciencia físico-matemática
de Galileo y Newton.
¿Cómo es posible la ciencia?
La
Critica de la razón pura hace la distinción esencial de una materia
y de una forma.
La materia del conocimiento es aportada A la
subjetividad.
La forma del conocimiento es aportada POR la
subjetividad.
El conocimiento es posible mediante este aporte
doble.
1°) La forma de nuestro conocimiento humano es
racional. Nuestra razón cognoscente es una razón formal, una
estructura de formas que son unificadas por la unidad trascendental
del “yo pienso”.
Esta estructura comprende:
a)
Formas receptivas de la experiencia: formas trascendentales a priori
de la sensibilidad. Espacio y Tiempo. Todo lo que nuestra razón
recibirá bajo estas formas tendrá necesariamente formato
espacio-temporal.
b) Formas constituyentes, trascendentales y
a priori, constructoras de los objetos de la percepción. Estas son
las categorías (o conceptos trascendentales a priori) y los
principios (o juicios trascendentales a priori) del entendimiento
puro. Las categorías del entendimiento puro estructuran las
intuiciones sensibles; prolongamientos gracias a cuales su actividad
podrá reunirlos, y subsumirlos, y que Kant llama esquemas de la
imaginación pura a priori; esquema por los cuales se expresa una
intención de dominio de las formas intelectuales sobre la materia
sensible. Temas de la “Analítica trascendental”.
c)
ideas trascendentales a priori de la razón: ideas reguladoras.
Operan la unificación progresiva de nuestros conocimientos; son
noumenos que estimulan nuestra actividad racional hacia la unidad del
conocimiento. Estas son las ideas de: mundo, alma y Dios. Temas de la
“Dialéctica transcendental".
Toda esta estructura
racional está unificada por la Unidad trascendental del “Yo
pienso”, del Sujeto pensante denominada “Unidad de la apercepción
trascendental”. Dice Kant: “El Yo pienso debe poder acompañar
todas mis representaciones pues de otra forma estaría representado
en mí algo que no podría ser pensado”.
2°) La materia
del conocimiento es sensible. Está dada en la intuición. Nuestros
espíritus no tienen otras intuiciones que las intuiciones sensibles.
Primero las intuiciones puras del espacio y del tiempo, intuiciones
sensibles a priori; luego intuiciones empíricas aportadas a
posteriori, por las sensaciones y recibidas por las formas a priori
de la sensibilidad de la razón: espacio y tiempo. El espacio y el
tiempo que son formas a priori, receptivas de todos los datos
empíricos a posteriori, son al mismo tiempo materia intuitiva a
priori preparada para el mordisco de las categorías del
entendimiento.
¿Qué se sigue de ésto en cuanto a nuestro
poder de conocer?
Nuestra ciencia estará necesariamente
limitada al dominio de la experiencia espacio-temporal.
En
estos límites nosotros tenemos: formas racionales para esclarecer y
organizar las intuiciones sensibles e intuiciones sensibles para
alimentar nuestras formas racionales. Sin estas intuiciones nuestras
formas serían vacías; sin estas formas nuestras intuiciones
permanecerían ciegas y dispersas.
Fuera de estos límites no
estamos conformados para saber porque ninguna intuición está
ofrecida a las formas de la razón que no es sino formal.
Sólo
podemos conocer la realidad como fenómeno, pero no en tanto nóumeno.
No estamos en condiciones de conocer objetos trascendentales.
Esto no significa que ninguna metafísica nos permanezca
inaccesible; podemos hablar legítimamente de una Metafísica de la
naturaleza y de una Metafísica de las costumbres.
¿QUÉ
DEBEMOS HACER?
No podemos preguntárselo a una ciencia de
objetos fenoménicos (problema de la libertad), ni a una imposible
metafísica de trascendentes.
Son así excluidas las morales
llamadas científicas y las teológicas. Kant explorará por el lado
del Sujeto trascendental.
La tarea de esta metafísica de las
costumbres es la de fundar en la razón trascendental las leyes de
aquello que debe ser por libertad.
Antes de ser aplicada al
hombre en particular, la moral deberá estar fundada universalmente
para todo ser racional.
Para asegurar el imperio soberano de
la ley moral universal es necesario fundar esta ley en la pura razón.
El concepto esencial de tal metafísica es el concepto de ser
racional en general.
La razón es la facultad de producir
leyes, de establecer una legalidad. Todo ser que tiene esta facultad
es un ser racional.
Esta pureza racional de la ley emergerá
por la vía de un análisis regresivo que partirá de los juicios
morales de la conciencia común.
Luego debe explicarse el
juicio moral por las condiciones trascendentales que implica.
ANÁLISIS REGRESIVO
En la conciencia común
encontramos la buena voluntad, la obediencia del deber y el
sentimiento de respeto.
BUENA VOLUNTAD
La buena
voluntad es aquella que actúa por deber. Por deber y no solamente en
conformidad con el deber. Actos conformes al deber pueden no ser
cumplidos por deber. Ejemplos contrastantes: el almacenero, la
felicidad y el amor patológico.
EL RIGORISMO KANTIANO
La
moral no puede ser fundada sobre la sensibilidad afectiva. Para Kant
todas nuestras inclinaciones son sensibles.
El rigorismo
kantiano no es otra cosa que racionalismo: quiere una metafísica de
las costumbres establecida en pura razón y válida para todo ser
racional,
independientemente de las inclinaciones sensibles
que puedan existir en aquellos seres razonables que como los hombres
también son seres sensibles.
Kant no solicita a este ser de
renunciar a la dicha. Incluso plantea como deber el procurarse la
felicidad y la del otro.
El rigorismo no consiste en declarar
malas las inclinaciones sino en rechazar que ellas sirvan de máximas
a la voluntad y al principio de moralidad. No excluye de la
moralidad el acto cumplido con inclinación sino el acto cumplido
solamente por inclinación.
EL RESPETO
Pero dado que
el hombre es también un ser sensible, es necesario postular un móvil
(sensible) además de un motivo (racional.)
¿Cuál es el
móvil moral? El móvil de la voluntad buena es un sentimiento
original engendrado por la representación de la ley, ligado a ella y
no teniendo otro objeto que ella. El respeto: sentimiento sui generis
que tiene por objeto la ley (y las personas como sujetos de la ley)
jamás las cosas.
La voluntad buena es aquella que se deja
determinar: objetivamente sólo por la ley moral; subjetivamente sólo
por el sentimiento de respeto.
Kant va a oponer sin cesar lo
objetivo y lo subjetivo. Va a decirnos que la ley determina
objetivamente la voluntad, mientras que las máximas son principios
subjetivos de la determinación de la voluntad.
También
opone sujeto trascendental, perteneciente al reino nouménico e
inteligible de los fines, y el sujeto empírico y sensible. El hombre
existe en esta duplicidad.
DE LA CONCIENCIA COMÚN A LA
METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES.
LA FORMA IMPERATIVA
Corresponde desprender la metafísica de las costumbres que
se encuentra implícita ya en la conciencia común.
La clara
antítesis planteada por la conciencia común entre lo que es y lo
que debe ser significa que la ley moral es a priori; y que esta
aprioridad está inscripta en la conciencia común.
[Explicar...]
La ley que prescribe lo que debe ser no se deriva de la
experiencia, es lógicamente anterior y superior, y la juzga.
No
se puede extraer la ley de ejemplos: el valor y la selección de los
ejemplos presupone la ley.
La ley moral es por lo tanto una
ley a priori de la razón, válida para todos los seres razonables.
Si suponemos un ser cuya razón sola determinara
inmediatamente la voluntad, elegiría siempre solo lo bueno.
La
voluntad subjetiva estaría infaliblemente de acuerdo con la
objetividad universal de la ley racional.
Pero a un ser
razonable cuya voluntad también está determinada también por
móviles sensibles, como el hombre, la ley se le presenta como un
mandato proveniente de una razón trascendental y universal y
dirigiéndose imperativamente al sujeto empírico individual.
La
fórmula de un mandato se llama imperativo.
A la voluntad
ambigua de un ser doble como el hombre, razonable y sensible, la
razón presenta su ley bajo la forma de un imperativo que se dirige a
una voluntad susceptible de sustraerse a la ley de la
razón
para ceder a las inclinaciones de la sensibilidad.
Los
imperativos caracterizan la relación de una ley racional objetiva
con una voluntad subjetiva imperfecta.
IMPERATIVOS
CATEGÓRICOS E HIPOTÉTICOS
Los imperativos ordenan o
hipotéticamente o categóricamente.
Los imperativos
hipotéticos declaran los medios si la voluntad se propone tal o cual
fin.
El imperativo categórico declara la acción
objetivamente necesaria, sin relación a ningún fin.
Es la
regla, ya no de la habilidad o la prudencia, sino de la moralidad.
Constituye una proposición a priori y sintética. A priori
porque no está sacado de ninguna experiencia, y sintético puesto
que liga la volición de una acción a una voluntad razonable
universal.
FÓRMULAS DEL IMPERATIVO CATEGÓRICO
La
ley de la razón ordena absolutamente que la máxima de la acción
sea universalizable.
FÓRMULA MADRE: “Actúa únicamente
según la máxima que hace que tú puedas querer al mismo tiempo que
ella sea una ley universal”.
Debemos distinguir entre
máxima y ley: una máxima es una regla subjetiva de acción; la ley
al contrario es un principio objetivo universal, válido para todo
ser razonable.
Segúna formula-madre nuestras máximas
deberán ser tales que nosotros podamos querer que sean erigidas en
leyes, universalizables, pues lo propio de una ley es su
universalidad.
FÓRMULAS DERIVADAS:
1) Actúa como si
la máxima de tu acción debiera por tu voluntad a ser erigida como
ley universal de la naturaleza.
2) Actúa de manera que
trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los otros,
nunca como un medio, sino siempre como un fin.
3) Actúa de
tal forma que tu voluntad pueda considerarse como siendo ella misma
la legisladora de la ley universal a la cual se somete.
EL
REINO DE LOS FINES
El reino de los fines, es el reino de los
seres que son fines en sí mismos, es decir seres razonables. Todo
ser racional es del reino de los fines. Lo es como miembro (miembro
legislador) si se trata de un ser que como el hombre es un ser a la
vez razonable y sensible, autor pues de la ley al mismo tiempo que
subordinado a la ley.
LA LIBERTAD
El concepto de
libertad es la llave que da la explicación de la autonomía y del
imperativo categórico. Lo comprendemos por la distinción del mundo
sensible y el mundo inteligible, del orden fenoménico empírico y
del orden nouménico trascendental. La causalidad por la libertad es
del orden de lo inteligible y trascendental, mientras que la
causalidad por necesidad es en la naturaleza fenoménica. Lo que da
cuenta de la autonomía y del imperativo categórico, es el concepto
de la libertad, de una libertad trascendental en un mundo
inteligible, del que forman parte todos los seres razonables y el
hombre en tanto que ser razonable. ¿Cómo un imperativo categórico,
proposición práctica sintética a priori, es posible? Es posible
porque mi voluntad afectada por una parte por la sensibilidad,
pertenece por otra parte al mundo inteligible, y que en este último
es el principio trascendental del mundo sensible.
RESPUESTAS
A LAS PREGUNTAS
A las preguntas planteadas: ¿Qué podemos
saber? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos esperar? El criticismo
responde:
Nosotros podemos saber el orden de los fenómenos en el
espacio y en el tiempo.
Nosotros debemos hacer nuestro
deber.
Nosotros podemos esperar el Soberano bien.
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[Adaptado
por M. Paesani a partir de la traducción parcial de Teresa Leonardi
Herrán del texto 'La morale de Kant' de Joseph Vialatoux. ]