lunes, 15 de marzo de 2021

La moral de Kant

LA MORAL DE KANT

Kant es un ilustrado de la segunda mitad del siglo XVIII.

Algunos de sus predecesores intentaron fundar una ciencia de objetos metaempíricos, que trascienden el espacio y el tiempo. Ciencia del Ser en sí, del alma, de Dios, de las fuentes ontológicas de la moral y de la acción: racionalismo dogmático que lleva los nombres de Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz; de Wolf sobre todo, discípulo de Leibniz y primer profesor de Kant.

Kant abrevó en este dogmatismo físico y metafísico. Pero despertó al leer a Hume y su penetrante crítica del conocimiento de la causalidad.

Esta crítica llevaba al escepticismo y comprometía no sólola metafísica y sus realidades trascendentales, sino también la física que pretende conocer necesidades fenomenales. Sólo subsiste válida la matemática.

Con las luces de la ciencia física y de la ciencia metafísica, es la moral la que amenazaba con arruinarse.

Kant resuelve emprender un examen crítico del valor de nuestra razón.

LAS PREGUNTAS DE KANT

La cuestión fundamental del valor y de los poderes legítimos de nuestra razón se ramifica en tres grandes problemas:

1) ¿Qué puedo saber?;
2) ¿Qué debo hacer?;
3) ¿Qué me está permitido esperar?.

La primera de estas preguntas es el objeto de la “Crítica de la razón pura”. Las dos últimas están tratadas en las obras tituladas "Fundamentación de la metafísica de las costumbres" y "Crítica de la razón práctica."

¿QUÉ PUEDO SABER?

Que nuestra razón pueda conocer está atestiguado por la existencia y el progreso de las ciencias, en particular la ciencia físico-matemática de Galileo y Newton.

¿Cómo es posible la ciencia?

La Critica de la razón pura hace la distinción esencial de una materia y de una forma.

La materia del conocimiento es aportada A la subjetividad.

La forma del conocimiento es aportada POR la subjetividad.

El conocimiento es posible mediante este aporte doble.

1°) La forma de nuestro conocimiento humano es racional. Nuestra razón cognoscente es una razón formal, una estructura de formas que son unificadas por la unidad trascendental del  “yo pienso”.

Esta estructura comprende:

a) Formas receptivas de la experiencia: formas trascendentales a priori de la sensibilidad. Espacio y Tiempo. Todo lo que nuestra razón recibirá bajo estas formas tendrá necesariamente formato espacio-temporal.

b) Formas constituyentes, trascendentales y a priori, constructoras de los objetos de la percepción. Estas son las categorías (o conceptos trascendentales a priori) y los principios (o juicios trascendentales a priori) del entendimiento puro. Las categorías del entendimiento puro estructuran las intuiciones sensibles; prolongamientos gracias a cuales su actividad podrá reunirlos, y subsumirlos, y que Kant llama esquemas de la imaginación pura a priori; esquema por los cuales se expresa una intención de dominio de las formas intelectuales sobre la materia sensible. Temas de la “Analítica trascendental”.

c) ideas trascendentales a priori de la razón: ideas reguladoras. Operan la unificación progresiva de nuestros conocimientos; son noumenos que estimulan nuestra actividad racional hacia la unidad del conocimiento. Estas son las ideas de: mundo, alma y Dios. Temas de la “Dialéctica transcendental".

Toda esta estructura racional está unificada por la Unidad trascendental del “Yo pienso”, del Sujeto pensante denominada “Unidad de la apercepción trascendental”. Dice Kant: “El Yo pienso debe poder acompañar todas mis representaciones pues de otra forma estaría representado en mí algo que no podría ser pensado”.

2°) La materia del conocimiento es sensible. Está dada en la intuición. Nuestros espíritus no tienen otras intuiciones que las intuiciones sensibles. Primero las intuiciones puras del espacio y del tiempo, intuiciones sensibles a priori; luego intuiciones empíricas aportadas a posteriori, por las sensaciones y recibidas por las formas a priori de la sensibilidad de la razón: espacio y tiempo. El espacio y el tiempo que son formas a priori, receptivas de todos los datos empíricos a posteriori, son al mismo tiempo materia intuitiva a priori preparada para el mordisco de las categorías del entendimiento.

¿Qué se sigue de ésto en cuanto a nuestro poder de conocer?

Nuestra ciencia estará necesariamente limitada al dominio de la experiencia espacio-temporal.

En estos límites nosotros tenemos: formas racionales para esclarecer y organizar las intuiciones sensibles e intuiciones sensibles para alimentar nuestras formas racionales. Sin estas intuiciones nuestras formas serían vacías; sin estas formas nuestras intuiciones permanecerían ciegas y dispersas.

Fuera de estos límites no estamos conformados para saber porque ninguna intuición está ofrecida a las formas de la razón que no es sino formal.

Sólo podemos conocer la realidad como fenómeno, pero no en tanto nóumeno.

No estamos en condiciones de conocer objetos trascendentales.

Esto no significa que ninguna metafísica nos permanezca inaccesible; podemos hablar legítimamente de una Metafísica de la naturaleza y de una Metafísica de las costumbres.

¿QUÉ DEBEMOS HACER?

No podemos preguntárselo a una ciencia de objetos fenoménicos (problema de la libertad), ni a una imposible metafísica de trascendentes.

Son así excluidas las morales llamadas científicas y las teológicas. Kant explorará por el lado del Sujeto trascendental.

La tarea de esta metafísica de las costumbres es la de fundar en la razón trascendental las leyes de aquello que debe ser por libertad.

Antes de ser aplicada al hombre en particular, la moral deberá estar fundada universalmente para todo ser racional.

Para asegurar el imperio soberano de la ley moral universal es necesario fundar esta ley en la pura razón.

El concepto esencial de tal metafísica es el concepto de ser racional en general.

La razón es la facultad de producir leyes, de establecer una legalidad. Todo ser que tiene esta facultad es un ser racional.

Esta pureza racional de la ley emergerá por la vía de un análisis regresivo que partirá de los juicios morales de la conciencia común.

Luego debe explicarse el juicio moral por las condiciones trascendentales que implica.

ANÁLISIS REGRESIVO

En la conciencia común encontramos la buena voluntad, la obediencia del deber y el sentimiento de respeto.

BUENA VOLUNTAD

La buena voluntad es aquella que actúa por deber. Por deber y no solamente en conformidad con el deber. Actos conformes al deber pueden no ser cumplidos por deber.  Ejemplos contrastantes: el almacenero, la felicidad y el amor patológico.

EL RIGORISMO KANTIANO

La moral no puede ser fundada sobre la sensibilidad afectiva. Para Kant todas nuestras inclinaciones son sensibles.

El rigorismo kantiano no es otra cosa que racionalismo: quiere una metafísica de las costumbres establecida en pura razón y válida para todo ser racional,

independientemente de las inclinaciones sensibles que puedan existir en aquellos seres razonables que como los hombres también son seres sensibles.

Kant no solicita a este ser de renunciar a la dicha. Incluso plantea como deber el procurarse la felicidad y la del otro.

El rigorismo no consiste en declarar malas las inclinaciones sino en rechazar que ellas sirvan de máximas a la voluntad y al principio de moralidad. No excluye de la
moralidad el acto cumplido con inclinación sino el acto cumplido solamente por inclinación.

EL RESPETO

Pero dado que el hombre es también un ser sensible, es necesario postular un móvil (sensible) además de un motivo (racional.)

¿Cuál es el móvil moral? El móvil de la voluntad buena es un sentimiento original engendrado por la representación de la ley, ligado a ella y no teniendo otro objeto que ella. El respeto: sentimiento sui generis que tiene por objeto la ley (y las personas como sujetos de la ley) jamás las cosas.

La voluntad buena es aquella que se deja determinar: objetivamente sólo por la ley moral; subjetivamente sólo por el sentimiento de respeto.

Kant va a oponer sin cesar lo objetivo y lo subjetivo. Va a decirnos que la ley determina objetivamente la voluntad, mientras que las máximas son principios subjetivos de la determinación de la voluntad.

También opone sujeto trascendental, perteneciente al reino nouménico e inteligible de los fines, y el sujeto empírico y sensible. El hombre existe en esta duplicidad.

DE LA CONCIENCIA COMÚN A LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES.

LA FORMA IMPERATIVA

Corresponde desprender la metafísica de las costumbres que se encuentra implícita ya en la conciencia común.

La clara antítesis planteada por la conciencia común entre lo que es y lo que debe ser significa que la ley moral es a priori; y que esta aprioridad está inscripta en la conciencia común.
[Explicar...]

La ley que prescribe lo que debe ser no se deriva de la experiencia, es lógicamente anterior y superior, y la juzga.

No se puede extraer la ley de ejemplos: el valor y la selección de los ejemplos presupone la ley.

La ley moral es por lo tanto una ley a priori de la razón, válida para todos los seres razonables.

Si suponemos un ser cuya razón sola determinara inmediatamente la voluntad, elegiría siempre solo lo bueno.

La voluntad subjetiva estaría infaliblemente de acuerdo con la objetividad universal de la ley racional.

Pero a un ser razonable cuya voluntad también está determinada también por móviles sensibles, como el hombre, la ley se le presenta como un mandato proveniente de una razón trascendental y universal y dirigiéndose imperativamente al sujeto empírico individual.

La fórmula de un mandato se llama imperativo.

A la voluntad ambigua de un ser doble como el hombre, razonable y sensible, la razón presenta su ley bajo la forma de un imperativo que se dirige a una voluntad susceptible de sustraerse a la ley de la

razón para ceder a las inclinaciones de la sensibilidad.

Los imperativos caracterizan la relación de una ley racional objetiva con una voluntad subjetiva imperfecta.

IMPERATIVOS CATEGÓRICOS E HIPOTÉTICOS

Los imperativos ordenan o hipotéticamente o categóricamente.

Los imperativos hipotéticos declaran los medios si la voluntad se propone tal o cual fin.

El imperativo categórico declara la acción objetivamente necesaria, sin relación a ningún fin.

Es la regla, ya no de la habilidad o la prudencia, sino de la moralidad.

Constituye una proposición a priori y sintética. A priori porque no está sacado de ninguna experiencia, y sintético puesto que liga la volición de una acción a una voluntad razonable universal.

FÓRMULAS DEL IMPERATIVO CATEGÓRICO

La ley de la razón ordena absolutamente que la máxima de la acción sea universalizable.

FÓRMULA MADRE: “Actúa únicamente según la máxima que hace que tú puedas querer al mismo tiempo que ella sea una ley universal”.

Debemos distinguir entre máxima y ley: una máxima es una regla subjetiva de acción; la ley al contrario es un principio objetivo universal, válido para todo ser razonable.

Segúna formula-madre nuestras máximas deberán ser tales que nosotros podamos querer que sean erigidas en leyes, universalizables, pues lo propio de una ley es su universalidad.

FÓRMULAS DERIVADAS:

1) Actúa como si la máxima de tu acción debiera por tu voluntad a ser erigida como ley universal de la naturaleza.

2) Actúa de manera que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los otros, nunca como un medio, sino siempre como un fin.

3) Actúa de tal forma que tu voluntad pueda considerarse como siendo ella misma la legisladora de la ley universal a la cual se somete.

EL REINO DE LOS FINES

El reino de los fines, es el reino de los seres que son fines en sí mismos, es decir seres razonables. Todo ser racional es del reino de los fines. Lo es como miembro (miembro legislador) si se trata de un ser que como el hombre es un ser a la vez razonable y sensible, autor pues de la ley al mismo tiempo que subordinado a la ley.

LA LIBERTAD

El concepto de libertad es la llave que da la explicación de la autonomía y del imperativo categórico. Lo comprendemos por la distinción del mundo sensible y el mundo inteligible, del orden fenoménico empírico y del orden nouménico trascendental. La causalidad por la libertad es del orden de lo inteligible y trascendental, mientras que la causalidad por necesidad es en la naturaleza fenoménica. Lo que da cuenta de la autonomía y del imperativo categórico, es el concepto de la libertad, de una libertad trascendental en un mundo inteligible, del que forman parte todos los seres razonables y el hombre en tanto que ser razonable. ¿Cómo un imperativo categórico,  proposición práctica sintética a priori, es posible? Es posible porque mi voluntad afectada por una parte por la sensibilidad, pertenece por otra parte al mundo inteligible, y que en este último es el principio trascendental del mundo sensible.

RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS

A las preguntas planteadas: ¿Qué podemos saber? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos esperar? El criticismo responde:
Nosotros podemos saber el orden de los fenómenos en el espacio y en el tiempo.
Nosotros debemos hacer nuestro deber.
Nosotros podemos esperar el Soberano bien.

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[Adaptado por M. Paesani a partir de la traducción parcial de Teresa Leonardi Herrán del texto 'La morale de Kant' de Joseph Vialatoux. ]